«Por un inmortal poder, todas las cosas lejanas o cercanas, están ocultamente ligadas entre sí, de modo que no puedes arrancar una flor sin perturbar las estrellas «
Francis Thompson (1859 – 1907), poeta británico.
Introducción
¿Quién no fue víctima alguna vez de una campaña sobre la importancia de cuidar el medio ambiente? ¿Hay alguien a esta altura del partido que aún duda sobre lo verdaderamente importante que es hacerlo? No alcanzan las fotos de los osos polares flotando en un témpano para llevarnos a la acción o para hacernos entender cuánto depende nuestra vida de los delicados ecosistemas de los cuales formamos parte. Sin embargo, como dice Max-Neef, saber no es lo mismo que comprender…
Pero, ¿somos naturalmente hostiles hacia el medio ambiente? ¿Cuál es el comportamiento del cual nos debemos arrepentir y redimir? ¿Qué culpa tienes tu? O sea, encima de que ya es bastante difícil encontrar soluciones a los problemas cotidianos y existenciales de la vida, debemos hacer un esfuerzo extra por no dañar el Planeta. No creo que seamos naturalmente hostiles hacia la naturaleza, actuamos en función de las cosas que nos vienen dadas. Además, este hostigamiento es quizás una consecuencia indirecta, no algo que se hace per sé. La distancia entre nuestros actos y los impactos a menudo es muy grande en el tiempo o espacio (ver la necesidad de un consumo responsable).
Esta hecho se debe a que el mundo es un lugar sumamente complejo e interconectado (véase este caso por ejemplo). Por este motivo, creo yo que entender desde cada lugar las consecuencias de nuestras acciones es una tarea intelectualmente compleja, inacabada y sobre todo difícil de cuantificar. Esto me hace pensar en dos cosas:
- Si no puedo identificar mi acción con la consecuencia, no sentiré responsabilidad. Nunca conocerás ese árbol que se deforestó en el Chaco argentino ni ese litro de agua que se contaminó en Bangladesh (o esos niños explotados en República Democrática del Congo). Ojos que no ven, corazón que no siente, y esto es lo que hace difícil implementar cualquier solución basada en la concientización, que a veces es difícil conectar con la historia, ya que esta ocurre lejos de ti.
- Los “tips ambientales” que se encuentran tan difundidos y que deberíamos seguir como mandamientos en nuestros quehaceres diarios, se quedan cortos ante la enorme escala del problema. Si bien existe un potencial de cambio importante que podemos lograr desde nuestro lugar como consumidores, no llegaremos a ningún lado con una actitud pasiva y acciones superficiales. “Enverdecer” nuestra vida de esta manera es algo que lleva mucho esfuerzo y dedicación, como esta mujer en NY, que nos muestra que siempre hay que ir un poco en contra de la corriente. Ejemplos: ¿mantendrías una compostera en el balcón?, ¿pagarías más por comida orgánica?, ¿qué pasa si justo el producto que buscas no tiene un envase reciclable?, ¿es confiable la información del etiquetado de un producto? Además, si todas las personas del mundo siguieran esos tips, el problema de fondo (la insostenibilidad del sistema socioeconómico) seguiría sin resolverse, con lo cual perdemos el tiempo y desviamos la atención de la causa verdadera.
El Papa Francisco en su encíclica Laudato Sí saca a colación la siguiente observación del filósofo Romano Guardini:
«el ser humano acepta los objetos y las formas de vida, tal como le son impuestos por la planificación y por los productos fabricados en serie y, después de todo, actúa así con el sentimiento de que eso es lo racional y lo acertado».
En esta línea, si nuestro estilo de vida occidental “nos viene dado” encontraremos límites para lo que nosotros podamos hacer con un esfuerzo moderado. Para cuidar el medio ambiente deberemos, entonces, aumentar nuestro nivel de esfuerzo o trabajar más inteligentemente. Desde luego que siempre es posible adoptar estilos de vida alternativos más radicales alejados de la vida en la ciudad, como las eco-aldea de Findhorn u otras. Es una apuesta completamente honesta, pero sin dudas, pocos seríamos capaces de hacerlo por lo que seguiría siendo una solución «de nicho».
Como en muchos otros casos, la satisfacción de muchos de estos tipos es la no contribución al daño. Pero, ¿qué podemos hacer para que la satisfacción sea la contribución al cambio?, es decir, ¿qué podríamos hacer para promover una agenda de cambio hacia la sostenibilidad? A continuación, algunas propuestas menos difundidas y populares para generar cambio verdadero y cuidar el medio ambiente.
1) Promueve la educación ambiental orientada a derribar los mitos de la modernidad
No lo digo yo, lo dice il nostro Papa Francesco:
“La educación ambiental ha ido ampliando sus objetivos. Si al comienzo estaba muy centrada en la información científica y en la concientización y prevención de riesgos ambientales, ahora tiende a incluir una crítica de los «mitos» de la modernidad basados en la razón instrumental (individualismo, progreso indefinido, competencia, consumismo, mercado sin reglas) y también a recuperar los distintos niveles del equilibrio ecológico: el interno con uno mismo, el solidario con los demás, el natural con todos los seres vivos, el espiritual con Dios. “
Como diría el gaucho Martín Fierro: “es mejor que aprender mucho, el aprender cosas buenas”. Tenemos que revisar nuestras creencias, conocernos a nosotros mismos y aprender a separar la paja del trigo. Deshilar esas historias que nos han contado para construir relatos nuevos que nos permitan vivir mejor. Por ejemplo, asumimos casi sin pensar que más es mejor, pero… ¿es así?. Cualquier cosa, puedes preguntarle a Eduardo Galeano.
2) Apoya movimientos de Economía Crítica (o desarrolla el tuyo propio)
La economía crítica, también llamada economía pos-autística es descripta a conitnuación por Max-Neef:
“En junio de 2000 un grupo de estudiantes de posgrado de economía de La Sorbona, Francia, lanzaron un manifiesto en el que denunciaron que la economía, tal como se la enseña actualmente en las universidades. es una disciplina autística; plantearon la necesidad de escaparse de mundos imaginarios, de frenar el uso incontrolado de las matemáticas y de reivindicar el pluralismo en la docencia de la economía, y terminaron haciendo un llamado a los profesores para que despierten antes de que sea demasiado tarde. A los pocos días, un segundo manifiesto, esta vez suscrito por unos 200 profesores de economía también franceses, apoyaba los planteamientos de los estudiantes y señalaba las fallas fundamentales de la enseñanza de la economía.
En concreto, es un movimiento de todas aquellas concepciones que critican en algún punto a la economía convencional, no es un llamamiento a tal o cual idea, sino más bien, a dejar permear al menos nuevos enfoques a la hermética y doctrinaria economía neoclásica de hoy día. Por ejemplo. desde este paradigma, a todas las cosas de la naturaleza se le puede calcular un precio mediante diversos métodos. Entonces, ¿es un enfoque realista y efectivo para proveer soluciones que nos lleven hacia un verdadero desarrollo sostenible?
Muchos creen que este tipo de apertura en la enseñanza de la economía debería ocurrir en el seno de las universidades. Dada la importancia que tiene esta disciplina en todos los ámbitos y procesos decisorios, sumar criterios además de los económicos podría provocar cambios concretos muy positivos. En esta línea, ya hemos explicado los principios de la Economía Ecológica en otro artículo de NFC.
3) Crea tu propia Empresa Social
Lo que define a la empresa social es ser una iniciativa autosustentable que persigue un objetivo social y/o ambiental y no distribuye dividendos. Esto quiere decir que todas las ganancias generadas son reinvertidas para la mejora del producto o servicio. La clave aquí está en diseñar un modelo de negocios tal que permita la generación de ingresos suficientes como para ser independiente. Este movimiento ya empezó y esté creciendo cada vez más en todo el mundo. T invito a leer el post que escribí sobre el emprendedurismo ambiental.
Algunos ejemplos mundialmente reconocidos de este tipo de empresas son los siguientes: Rainforest Connection (vean esta!), Tom Shoes, Husk Power Systems, Kiva, Lifestraw, WakaWaka, Grameen Bank. Crear una empresa es difícil, es un camino incómodo y el menos transitado por la mayoría de las personas. Parece imposible pero no lo es, “1% inspiración y 99% transpiración”. Para los ingenieros ambientales, es lo que yo llamé, sin mucho esfuerzo creativo, «el camino B«.
Para explicarlo mejor, el argentino Bernardo Kliksberg cita la frase del pionero del emprendedurismo social J. Gregory Dees:
“Los emprendedores sociales tienen una misión social explícita en mente. Su principal objetivo es convertir al mundo en un lugar mejor. Ello afecta cómo miden su éxito y cómo estructuran sus organizaciones. La mejor medida de éxito para un emprendedor social no es cuántas ganancias hizo, sino cuánto valor social creó”.
4) Trabaja en iniciativas para mejorar las instituciones de tu país
No es tan obvio por qué esto es importante, Acemoglu y Robinson escribieron un exitoso libro llamado “Por qué fracasan los países” y llegaron a la conclusión de que los países fracasan (o triunfan) en virtud del tipo de instituciones que supieron darse. Si son sólidas, permiten desarrollar un país en toda su potencialidad, como el desarrollo de un medio ambiente sano, equilibrado y apto para el desarrollo humano. Esto sólo se logra si se elaboran buenas normas que se hacen cumplir, que se respetan en el tiempo, dando trabajo a profesionales de primer nivel en las áreas de gobierno pertinentes, con transparencia, ausencia de corrupción, nepotismo y gestión eficiente.
Todo esto es posible, pero difícil sin dudas. Caso contrario, pueden pasar cosas como las que se observan en Argentina y Paraguay en relación a la deforestación por avance del frente sojero o con el basural de mi natal Venado Tuerto. Tal como canta Martín Fierro, si entre hermanos nos peleamos, nos devoran los de afuera. Creo, en base a mi experiencia, que la implementación de políticas ambientales para el desarrollo sostenible (y otras también), presupone un cierto nivel de calidad institucional. Sin ello, es muy difícil construir un camino.
Algunos importantes temas relacionados sobre los cuales podrás leer en este blog tienen que ver con el diseño de las políticas, la construcción de consensos y la forma que le damos a las instituciones.
5) Vive responsablemente
En el léxico ambiental el foco está puesto en las famosas 3R: Reducir, Reusar, Reciclar. Pero antes que todo eso, hay algo mucho más importante: EVITAR. Sin dudas es la más difícil de las cuatro. ¿Prender la calefacción de tu casa o ponerte la campera? ¿Comprar ese auto súper eficiente o usar transporte público? Como idea general, el Watt de energía más “eficiente” es aquél que no se generó.
Adoptando estilos de vida amigables con el ambiente y modos de consumir responsables no sólo viviremos mejor, al eliminar todo lo que no nos rinde felicidad verdadera ayudaremos a reducir nuestro propio impacto ambiental (y también el costo de vida). Pero esto no se hace de un día para otro, es un trabajo desde uno mismo que se logra desde la comprensión y no desde el saber. Como señalé antes, esta chica de NY se hizo famosa sólo por minimizar al máximo sus residuos generados en medio de la gran ciudad. La conclusión más interesante es que en todo el proceso reportó sentirse más feliz.
E. F. Schumacher escribe al respecto:
“El trabajo principal para nuestra especie en este momento de la historia es un trabajo en cuanto a nosotros mismos. No es posible hoy en día creer que una reforma política o económica, un descubrimiento científico nuevo, o un proceso tecnológico pueden resolver los problemas de vida o muerte de nuestra sociedad industrial. Sus raíces están enraizadas demasiado profundo dentro del corazón y el alma misma de cada uno de nosotros. Es allí donde el trabajo principal tiene que comenzar.”
¿No es lo mismo que nos viene a decir el Papa Francisco años después con la encíclica Laudato Si?.
6) Promueve el uso de Tecnologías Intermedias en las soluciones para el Desarrollo Sostenible
El nombre “intermedia” hace referencia a aquella tecnología que es más efectiva y cara que la de baja intensidad, pero sigue siendo 10 veces más barata que la tecnología altamente sofisticada. Hay un gran debate en torno a esto, pero se puede generalizar que no toda tecnología es aplicable a cualquier lugar, no siempre la última tecnología es la mejor ni más eficiente. No debemos nunca olvidar que el fin de la tecnología es mejorar la vida de las personas. Por lo tanto, ¿tiene sentido instalar una fábrica altamente eficiente y productiva en una país dónde hay una gran cantidad de pobres?. La respuesta a esta pregunta entraña una preconcepción acerca del modelo de desarrollo que se espera de un país.
Por ejemplo, retomando nuevamente al economista E. F. Schumacher, él argumentaría que la producción en masas debería, en algunos casos, ser sustituida por la producción por las masas, porque las tecnologías deben ser acordes a las realidades socioeconómicas donde se instalan. En un mundo donde se prevé una escasez cada vez más preocupante de energía fósil en el corto/mediano plazo, existes muchas razones para apoyar la utilización de estas tecnologías, que tienden a ser menos sofisticadas, más locales y sobre todo menos intensas energéticamente. Un ejemplo para la Argentina sería desarrollar un modelo de explotación sojero basado en la agroecología, una aplicación de la ciencia mucho más benigna e inteligente que el modelo de producción agroindustrial basado en la fuerza bruta.
Nuevamente, en este fragmento de Lo pequeño es hermoso, E. F. Schumacher nos aclara un poco más el concepto de Tecnología Intermedia:
“La idea de tecnología intermedia no implica una «vuelta atrás» en la historia o a los métodos ya obsoletos (…). Con demasiada frecuencia se asume que el logro de la ciencia occidental, pura y aplicada, se encuentra principalmente en los aparatos y máquinas que se han desarrollado a partir de ella, y que un rechazo de la aparatos y máquinas equivaldría a un rechazo de la ciencia. Esta es una visión demasiado superficial. El verdadero logro radica en la acumulación de conocimiento preciso y este conocimiento se puede aplicar a una gran variedad de formas, de las cuales la aplicación actual en la industria moderna es sólo una.”
Mi propósito es ayudarte a comprender mejor las cuestiones ambientales con el fin de que puedas, desde tu lugar, contribuir positivamente con la búsqueda de soluciones verdaderas. Me propongo lograr este objetivo compartiendo mis experiencias y aprendizajes a medida que desarrollo mi profesión en el mundo de la sostenibilidad. Me formé como Ingeniero Ambiental en la Pontificia Universidad Católica Argentina y luego hice un Master en Ciencias (MSc) en Sostenibilidad Ambiental en la Universidad de Edimburgo gracias a una beca Chevening.