“La planificación a largo plazo no se ocupa de las decisiones futuras sino del futuro con las decisiones actuales”

Peter Drucker (1909-2005) – Padre del management moderno

La cuestión de la gobernanza entabla una de las discusiones centrales en torno a cómo concretar una visión factible de la sostenibilidad ambiental.

La gobernanza es la forma en que estructuramos cada organización y/o al conjunto de éstas para lograr objetivos determinados. Dicho esto, podemos pensar la gobernanza mirando a cada organización por separado (p. ej. una empresa) o al conjunto de organizaciones e instituciones (p. ej. un gobierno nacional, la sociedad civil y las empresas) y sus interrelaciones.

El desafío aquí planteado es cómo articular soluciones frente a un problema que por su naturaleza:

  • Es complejo, por las causas, consecuencias y cantidad de actores intervinientes,
  • transversal, por las múltiples dimensiones que toca y, en consecuencia, por la interdisciplinariedad de conocimientos requeridos y
  • que además incorpora la variable tiempo, es decir, no podemos estar 50 ni 100 años viendo qué hacer.

Hasta el día de hoy, las organizaciones han establecido sus departamentos, subsecretarías, gerencias, etc., como compartimientos estancos que se desarrollan sobre su propia vertical, como si se trazaran líneas paralelas. Los gobiernos, por ejemplo, poseen ministerios para abordar asuntos específicos, como es el caso de la energía, las finanzas, el desarrollo social, el trabajo y la producción. Para alcanzar el desarrollo sostenible, todas esas carteras ministeriales tienen que estar trabajando coordinadamente entre sí, ya que el tema ambiental, de alguna manera u otra, está presente en cada uno de sus ejes de trabajo. Por ejemplo, llevar adelante una política nacional de eficiencia energética enfrenta exactamente ese desafío, y lo conozco de primera mano.

Desde ya que mantener una coordinación y comunicación fluida entre tantas partes es extremadamente necesario. Pero a la vez resulta una tarea titánica, tanto por el tamaño de estas grandes organizacionea como por la dificultad de hacer fluir la información de otra manera que no sea hacia arriba o hacia abajo. Lograr esto es forzado y antinatural en este modelo «de líneas paralelas» ya que simplemente no están diseñadas para eso.

Para que tengas una idea en la cabeza, permíteme mostrarte cómo es el organigrama del Estado Argentino, el cual exhibe todos sus ministerios, secretarías y subsecretarías. Faltaría mostrar aún que dentro de cada subsecretaría existen además direcciones nacionales, direcciones simples y coordinaciones, haciendo este organigrama aún más complejo. ¿Cómo hacer trabajar articuladamente un monstruo burocrático de estas características?

Mapa del Estado Argentino
Organigrama del Estado Argentino en Octubre de 2019. Fuente: Mapa del estado

La burocracia tradicional puede tratar adecuadamente con aquellos asuntos que requieran jerarquías sólidas, especialización del trabajo y tengan poca perspectiva de cambio. Pero en un contexto de cambio tecnológico acelerado el diseño de los sistemas de gobernanza actuales simplemente no es apto para la mayoría de los desafíos de este siglo. El tema medioambiental es uno de ellos pero no el único. Por lo tanto, tenemos que pensar nuevas estructuras organizativas y maneras de interrelacionarnos.

El caso del cambio climático es sin dudas el más paradigmático ya que si no hacemos lo suficiente nos configura un riesgo existencial para la forma en que el mundo vive y se desarrolla hoy día. Manteniendo el verticalismo tradicional, tenemos pocas chances de resolverlo en tiempo y forma, por lo que necesitamos probar y poner en acción nuevos modelos de gobernanza que faciliten el flujo de trabajo promoviendo la horizontalidad y sobre todo la agilidad en la toma decisiones. No sólo debemos tomar buenas decisiones, sino que tenemos que hacerlo con rapidez obligada.

Las organizaciones de mayor escala, como grandes multinacionales y gobiernos nacionales salen peor parados para afrontar cambios de cualquier tipo. Esto se debe a que por su propio peso mantienen una inercia y dinámica que las hace muy resistentes al cambio, como reformar su estructura organizacional. No es que haya que dar vuelta a todas las organizaciones, sino más bien pensar en cómo mejorarlas y adaptarlas a un nuevo contexto.

¿Damos vuelta todo y empezamos de cero?

Los nuevos problemas requieren nuevas soluciones y la forma en que diseñamos nuestras organizaciones públicas y privadas nos condiciona mucho sobre qué podemos hacer y con qué velocidad. En caso de mantener el compartimentalizado modelo de antaño, nos veremos seriamente comprometidos para implementar soluciones verdaderas en el tiempo que nos demanda la crisis ambiental.

En geometría proyectiva, las líneas paralelas se cruzan recién llegando al infinito. Lamentablemente, no disponemos de tiempo infinito, no podemos esperar tanto.