Cada era está constituida por características únicas que la distingue de las anteriores. Por ejemplo, es indudable que en estos tiempos el emprendedurismo sobresale por su gran adopción y promoción en un sinnúmero de ámbitos, por lo que podemos hablar de una “era del entrepreneurship”. Por otro lado, existe una crisis ambiental que se manifiesta como la otra cara de esta economía altamente globalizada. Si el siglo XX se destacó por el crecimiento a expensas de la salud de nuestro planeta (y en consecuencia de nosotros mismos), el siglo XXI deberá destacarse por la búsqueda de la calidad del desarrollo, es decir, por un desarrollo sostenible. Como lo pone la Constitución Argentina (y muchas otras), no es más que velar nuestro derecho a un ambiente sano, equilibrado, apto para el desarrollo humano, donde las actividades productivas satisfagan las necesidades presentes sin comprometer las de las generaciones futuras; así como nuestro deber de preservarlo.

Pero, ¿cómo conciliamos esta nueva era “emprendedora” con las necesidades ambientales del nuevo siglo?. Enfocándome en la figura del emprendedor, trataré de responder esta pregunta y dar algunas orientaciones para aquellos entrepreneurs que quieran sumarse, desde su rol, al tren del desarrollo sostenible.

Todo negocio tiene un pie en la tierra

De manera general, un negocio es el proceso de identificar un problema y encontrar la manera de resolverlo para que beneficie a las partes involucradas. Así como un emprendedor social apunta a resolver problemas sociales, un emprendedor ambiental (o eco-preneur) se preocupará por solucionar un problema de índole ambiental. Por ejemplo, recuperar un ambiente contaminado, detener la deforestación ilegal, proveer agua potable, dar un uso a los residuos, mejorar hábitos de consumo o generar energía limpia, por nombrar algunos. A cambio de esa solución, en forma de bienes y/o servicios, el negocio recibe dinero para continuar operando.

En última instancia, cualquier producto o servicio es la transformación a través del trabajo de un recurso natural en un bien de valor para una porción de la sociedad (los clientes). Sin embargo, toda empresa, directa o indirectamente, genera un efecto ambiental que, dependiendo de su magnitud, puede ser de pequeñas o grandes proporciones (Ejemplo: no es lo mismo una lavandería de barrio que una lavandería de escala industrial). Este efecto se genera en tres instancias: antes, durante y/o después de la creación del bien o servicio.

Por ejemplo, durante la obtención de las materias primas, en su transporte, en su manufactura, como bien de consumo y/o como residuo al fin de su vida útil. Dicho efecto es consecuencia de utilizar recursos provistos por la naturaleza (renovables o no) y por la creación de residuos en algunas de sus tres variantes: sólido, líquido o gaseoso; que vuelven por alguna vía a la naturaleza. Estos puntos de contacto son las consecuencias no deseadas de mi negocio, ¡pero ineludibles!, con el riesgo de impactar negativamente en la calidad de vida de las personas y del ambiente. El eco-preneur deberá buscar oportunidades para minimizar el impacto de estos efectos adversos proponiendo una solución y armando un negocio alrededor de ella.

Aclaración: hasta las empresas tecnológicas como Google o Facebook necesitan de gigantescos servidores que consumen gran cantidad de energía eléctrica, así como sus oficinas para tener toda la materia gris trabajando!

¿Por dónde empezar?

En esta sección, propondré una manera general (pero no la única!) para comenzar a buscar soluciones a algunos problemas ambientales. La siguiente lista jerárquica nos da el puntapié inicial:

  1. EVITAR
  2. REDUCIR
  3. REUSAR
  4. RECICLAR

Pero, ¿evitar, reducir, reusar y reciclar qué cosa? Por un lado, todo lo que requiera extraer materia prima virgen de la naturaleza y en especial aquellas que son escasas y de importancia biológica. Por otro, todo lo que constituya un residuo, y en especial si es altamente contaminante o perjudicial en algún otro modo.

Importante: cuando sustituimos una cosa por otra aparentemente mejor hay que asegurarse que no se traslade o genere un problema mayor en otra parte del ciclo de vida del producto o servicio!

Las soluciones a estos problemas pueden venir por varios lados. A continuación propongo algunos campos de acción que considero muy importantes para considerar:

  • Tecnología
  • Gestión
  • Modelo de negocio
  • Hábitos

Aunque parezca tentador proveer una solución tecnológica a cada problema ambiental, hay que reconocer que no todos los problemas ambientales son técnicos. Por lo tanto, mirar desde la perspectiva de la tecnología es importante pero no suficiente, debemos pensar que se puede hacer desde otros ámbitos como la gestión, el modelo de negocio o hábitos mejorables.

También hay que tener en cuenta que las oportunidades se pueden dar tanto a nivel empresa (B2B) como a nivel consumidor (B2C).

Ejemplo

Para ilustrar estos conceptos que pueden parecer abstractos voy a presentarles un ejemplo sencillo de aplicarlos. Supongamos que una empresa de servicios (ej: hotel) decide que debe reducir al máximo sus consumos de energía eléctrica, en parte para ahorrar costos y también para mostrar resultados ambientales concretos en su próximo Reporte de Sustentabilidad. Un estudio detecta que los principales consumos eléctricos provienen de la iluminación. Si tomamos en cuenta la jerarquía E+3R vista previamente se nos puede ocurrir que podemos hacer las siguientes cosas:

  • EVITAR consumos innecesarios
  • REDUCIR consumos actuales
  • REUSAR luminarias excedentes en otras aplicaciones
  • RECICLAR luminarias descartadas

Si ahora miramos posibles soluciones desde el punto de vista de los cuatro campos de acción propuestos entonces podremos comenzar a detectar algunas oportunidades:

  • Tecnología. se podrían cambiar las luces actuales por otras de menor consumo, proveyendo así la misma prestación a un consumo eléctrico mucho menor. Actualmente se cambiarían por LEDs, pero ¿en 10 años?. También se podrían desarrollar luminarias de una vida útil mucho mayor para evitar el recambio por el desgaste del uso. Esto da lugar al desarrollo técnico de tecnologías mejores
  • Gestión. también me puedo valer de herramientas tecnológicas para monitorear en todo momento los consumos y saber dónde están las mayores oportunidades de ahorro. Algunas empresas ofrecen un servicio de control automático de la demanda para reducir al máximo los consumos que no cumplen ningún fin.
  • Modelo de negocio. Si me pongo de lado de una empresa que vende lamparitas, quizás podría pensar en cambiar el enfoque y convertirme en un “proveedor de luz”. De esta manera, la empresa proovedora daría un servicio y el modo de cobrar por él sería distinto a que si cobrar por cada lamparita vendida. A veces, un cambio en el modelo de negocio puede significar un despliegue mayor de una tecnología que posee mayores beneficios ambientales. Un ejemplo es SolarCity con los paneles solares.
  • Hábitos. Aún con todo esto, es probable que muchos consumos sean fruto de malos hábitos que generan consumos completamente inútiles y evitables. Quizás los trabajadores de esta empresa usan la luz durante el día o la dejan prendida de noche. En este caso, se pueden obtener resultados concretos buscando la manera de cambiar hábitos, algo difícil pero no imposible. Aquí, nos acercamos más al ámbito de las ciencias sociales que a cualquier otra disciplina técnica.

Con este sencillo ejemplo, se puede ver como un mismo problema puede, y necesita, ser encarado desde distintas perspectivas. En consecuencia, se obtienen múltiples oportunidades de negocio que satisfacen distintos tipos de clientes así como skills y disciplinas diversas. ¡Hay lugar para todos!.

Conclusión

Desde luego, la gran variedad de problemas ambientales que podemos encontrar no podrán ser todos abordados por el entrepreneurship. Sin embargo, es de destacar el valor del emprendedor en cuanto está dispuesto a asumir riesgos y enfrentar el status-quo como casi ningún otro actor. Además, lo más importante es que en el camino no sólo detecta el problema sino que propone una solución. Frente a la actual sobredosis de diagnóstico (ya sabemos del problema), la búsqueda de soluciones bajo éste y otros formatos debe ser alentada y promovida si realmente queremos que este nuevo siglo sea el del desarrollo sostenible. ¡No dejemos a los emprendedores solos!