“No todo lo que se puede contar cuenta y no todo lo que cuenta se puede contar”
William B. Cameron (1960). Autor, columnista y humorista norteamericano
Luego del post anterior donde hago una breve descripción de los 7 principales principios en torno a la sostenibilidad el primero que vamos a desgranar es el de integración. La primera pregunta que surge es: ¿integración de qué? Para responder esto, nos vamos a remitir a dos pequeños fragmentos de documentos históricos para el medio ambiente.
El primero es el famoso informe Brundtland de 1987 que da nombre a este blog. En el mismo vamos a encontrar la siguiente definición de este principio:
“El tema común en toda esta estrategia para el desarrollo sostenible es la necesidad de integrar consideraciones económicas y ecológicas en la toma de decisiones.”
El segundo fragmento tomado de la Declaración de Rio de 1992 refuerza esta idea de la siguiente manera:
“A fin de alcanzar el desarrollo sostenible, la protección del medio ambiente deberá constituir parte integrante del proceso de desarrollo y no podrá considerarse en forma aislada.”
Entonces, el principio de integración nos dice que si queremos encaminarnos hacia un desarrollo sostenible lo que debemos hacer es simplemente incluir la cuestión ambiental en el proceso de toma de decisiones. Pero como veremos a continuación, no es tarea simple.
Comentario: no olvidemos que si nuestro objetivo es lograr un desarrollo sostenible no sólo debemos integrar la dimensión ambiental sino también la social, es decir, considerando el impacto sobre las personas. Si bien el foco lo estoy poniendo sobre el ambiente, tenemos que saber que ambos aspectos están totalmente relacionados y no debemos considerar uno sin el otro.
La falta de integración
Pareciera obvio que si se quiere cuidar el medio ambiente las cuestiones ambientales deben ser tomadas en consideración junto a todas las demás durante el proceso de toma de decisiones. Pero como dije anteriormente, no es tan simple, y vamos a ver por qué.
A continuación, enumero algunas razones que explican por qué el medio ambiente no es debidamente considerado en organizaciones tanto públicas como privadas:
- Efectos difíciles de apreciar. Los efectos sobre el medio ambiente no son fácilmente apreciables, sean estos tanto positivos como negativos. Este se debe a que los efectos pueden darse por acumulación durante un período largo de tiempo o porque involucran procesos complejos. Por ejemplo, las emisiones de gases de efecto invernadero contribuyen al calentamiento global pero las consecuencias de esta emisión infinitesimal no son necesariamente sentidas en el corto plazo por quien emite. Otro ejemplo, la deforestación para expandir el área cultivable contribuye a aumentar la probabilidad de inundaciones en algún punto, pero esa perturbación se da en un sistema complejo, por lo que los efectos no son instantáneos ni necesariamente locales.
- Falta de profesionales ambientales. A veces, simplemente no hay ningún profesional involucrado en el proceso de tomas decisiones y, por lo tanto, es menos probable que alguien levante el dedo para señalar un potencial problema u oportunidad en este aspecto.
- Falta de visión de los líderes. Muchas veces, la creencia o no de que la cuestión ambiental sea o no un tema importante marca una gran impronta en la línea de trabajo. Conozco personalmente casos en los que el responsable de tomar decisiones (el líder en este caso) decidió de antemano que el medio ambiente no sería un criterio de evaluación.
- Beneficios difíciles de cuantificar. Pensemos que el líder del caso anterior nos da oportunidad de explicarle por qué debemos llevar adelante una determinada política de cuidado ambiental. ¿Cómo responderían las siguientes posibles preguntas?
- ¿Cuáles son los ahorros económicos en el sistema de salud pública obtenidos por la implementación de implementar un programa nacional de eficiencia energética?
- ¿Cuántos trabajos puedo crear en la economía por impulsar el crecimiento de la industria de las energías renovables?
- Costos. Puede suceder también que los costos aparentes de llevar a cabo un determinado programa ambiental asusten tanto que son inmediatamente dejados de lado. Para eso, hay que pensar un poco más allá de la inmediatez y pensar cabalmente en los beneficios. Por ejemplo, implementar un programa de separación de residuos en una empresa puede dar lugar a importantes ahorros económicos; comprar siempre productos eléctricos eficientes puede ser más caro en el desembolso inicial, pero mes a mes voy a estar pagando menos como consecuencia de esta eficiencia y, a lo largo de la vida útil del mismo, habré pagado mucho menos que si hubiera comprado inicialmente un producto más barato.
- Falta de experiencia. Esto de la “sustentabilidad/sostenibilidad” es un tema aún nuevo por lo que es fácil caer en la inacción por la falta de experiencia propia y de los demás. Lleva tiempo hasta que algunos pioneros consideren la cuestión ambiental seriamente y, con el tiempo, sean sólo unos pocos actores los que sigan resistiéndose. “Yo soy yo y mis circunstancias” diría Ortega y Gasset.
- Estructuras organizativas. Los procesos de toma de decisiones no siempre están estructurados de forma tal que permitan la participación de todos los que tienen algún interés en esa decisión. En las empresas, por ejemplo, el departamento de medio ambiente puede no tener rango suficiente como para participar de las decisiones importantes de inversión. En un gobierno, los distintos ministerios no siempre trabajan en equipo y transversalmente. La cuestión ambiental requiere, más que nunca, de un trabajo horizontal que jaquea la burocracia de las organizaciones tradicionales.
- Legislación ambiental. Como dice un profesor mío de la universidad, “primero debe traccionar el derecho”. El hecho de que la cuestión ambiental tenga consecuencias legales significativas favorece a que sea considerada más seriamente. Caso contrario, queda relegado a la buena voluntad de las personas y, cuando los costos te ahogan, no hay voluntades que sean lo suficientemente buenas.
Por lo tanto, hay que lograr que cada vez que se tomen decisiones en el ámbito público o privado se consideren cuestiones que tengan que ver con lo ambiental, sino nunca haremos lo suficiente para alcanzar el desarrollo sostenible. Por ejemplo, hay que preguntarse:
- ¿Cuál es el impacto de esta política o proyecto en el ambiente?
- ¿De qué manera se relacionan?
- ¿Cómo puedo evaluarlo?
¿Cómo lograr la integración en la práctica?
Considerando las razones anteriores que impiden o dificultan la integración, podemos tener en cuenta las siguientes contramedidas para evitarlo:
- Más y mejor información. Esto implica tanto el nuevo conocimiento en la frontera de la ciencia como el conocimiento existente a disposición en el lenguaje, forma y momento adecuado.
- Mejores estructuras organizativas. Reorganizar nuestras organizaciones para que la cuestión ambiental sea siempre tenida en cuenta de manera integral, tanto en la formulación de políticas como en las decisiones de empresa.
- Educación. Educar para las presentes y futuras generaciones, ya que resulta imposible pensar en una estrategia para el desarrollo sostenible sin este factor. Los líderes del futuro no pueden titubear como lo hacen actualmente.
- Leyes sólidas que se cumplan. Cuando no hay legislación, debe hacerse y, cuando ya está, debe lograrse cumplir. Cuando es insuficiente, debe ser aún mejor.
A medida que avanzamos, ¿pueden notar cómo la cuestión ambiental se complejiza y deja de ser solamente una cuestión técnica para un solo profesional? Por ejemplo, cada ítem de la lista anterior requiere de una disciplina diferente, desde investigadores, especialistas en procesos, maestros, comunicadores, hasta abogados. Hay lugar para todos, no sólo para los ingenieros ambientales.
Sin embargo, vamos a detenernos en tan sólo uno de ellos para seguir el análisis en este post. Si logramos tener buenas estructuras, buenas leyes y sistemas educativos acordes en la práctica nos va a seguir faltando un aspecto clave: información confiable.
En mi opinión, el proceso de integración no podrá darse si no contamos con información confiable y además, en un formato útil y medible. Por eso, necesitamos valernos de indicadores.
¿Qué es un indicador?
Un indicador es algo que nosotros definimos y consideramos importante, cuya cuantificación nos permite hacer una observación acerca del estado del sistema. La RAE no se jugó mucho en precisar qué es un indicador, al definirlo como “que indica o sirve para indicar”. Pero, peor es nada diría el Chavo. Repitiendo la idea, un indicador nos servirá para indicar algo que nos interesa saber sobre una determinada cuestión, una respuesta a una pregunta que formulemos.
Un indicador se construye de la siguiente manera:
En la base de la pirámide nos encontraremos con los que llamamos indicadores simples, los cuales están científicamente definidos y son los que pueden ser efectivamente medidos, por ejemplo, la concentración de CO2 en la atmósfera, la mortalidad infantil o la tasa de empleo de una economía.
En el extremo opuesto, encontramos los que se llama indicadores compuestos, que son un conjunto de indicadores más simples y que representan más información en un solo número. Su nivel de agregación es su principal ventaja y a su vez su principal problema, ya que se corre el riesgo de no entender verdaderamente cuál es su base científica. Por ejemplo, la huella ecológica, el producto bruto interno o el índice de desarrollo humano.
Por lo tanto, el arte de definir un indicador debe considerar cuál es el nivel de detalle suficiente para para responder una pregunta de nuestro interés y cómo construirlo para comunicar de la mejor manera posible.
¿Qué hace a un buen indicador?
Según se puede leer en el libro llamado “Measuring Sustainable Development” de I. Moffatt, N. Hanley, M.D. Wilson (2001), un buen indicador debe ser de la siguiente manera:
- Construirse sobre algo que pueda ser medido.
- Ser relativamente fácil de entender (“resonar” con el público).
- Ser útil para definir objetivos.
- Basarse sobre información fácilmente disponible.
- El tiempo transcurrido entre el estado cual se refiere el indicador y el momento en el cual se encuentra disponible (calculado) debe ser lo más breve posible.
- Útil para visualizar tendencias.
- Basado en información que sirva para comparar diferentes áreas geográficas.
- Reflejar algo que consideramos importante para el desarrollo sostenible.
Volviendo al tema que nos compete, a continuación, vamos a ver algunos de los indicadores que son importantes para el desarrollo sostenible.
Indicadores del desarrollo sostenible
Toda industria posee indicadores que son usados para evaluar el desempeño, definir objetivos y proponer mejoras. Nuestro caso is no different. El uso de indicadores para el desarrollo sostenible obedece al hecho básico del management que reza: “no se puede gestionar lo que se desconoce”. Esto permite, por ejemplo, definir líneas de base que permitan evaluar el éxito o fracaso de una determinada política y luego proponer mejoras por la acumulación de información y experiencias, o bien, para identificar cuándo se cruzan límites de sostenibilidad que permitan encarar una acción correctiva temprana.
Algunos indicadores famosos utilizados para evaluar la sostenibilidad del desarrollo son los siguientes:
- Índice de Progreso Real (económico). Es una métrica propuesta para reemplazar el PBI, ya que mide si el impacto ambiental y los costos sociales de la producción económica y el consumo en un país son factores negativos o positivos en la salud y el bienestar en general.
- Huella de Carbono (ambiental). Representa los principales de gases de efecto invernadero emitidos directa o indirectamente por un individuo, organización, producto/servicio o país; en unidades de CO2 “equivalente”. Por ejemplo, este podría ser un indicador obtenido en un Análisis de Ciclo de Vida.
- Huella Ecológica (ambiental). Definida como el “total de superficie ecológicamente productiva necesaria para producir los recursos consumidos por un ciudadano medio de una determinada comunidad humana, así como la necesaria para absorber los residuos que genera, independientemente de la localización de estas superficies.”
- Índice del Desarrollo Humano (social). Un indicador compuesto diseñado por PNUD que representa con un solo número los logros medios obtenidos en las dimensiones fundamentales del desarrollo humano: tener una vida larga y saludable, adquirir conocimientos y disfrutar de un nivel de vida digno.
- Índice del Planeta Feliz (mixto). Es otro indicador agregado desarrollado por New Economics Foundation que mide el desarrollo de los países según la expectativa de vida, la percepción subjetiva de felicidad y la huella ecológica.
Como se puede ver, estos indicadores son tanto para evaluar aspectos ambientales como económicos y sociales. Podríamos hacer un post aparte sobre cada indicador y ver de qué manera sirve o no para evaluar nuestro avance al desarrollo sostenible en función del progreso de un conjunto de indicadores.
Limitación de los indicadores
Sin embargo, contar con indicadores para el desarrollo sostenible es apenas un pequeño inicio en este largo recorrido. Sin bien reconocemos la utilidad de contar con estos indicadores debemos considerar algunas cuestiones como:
- ¿Qué indicadores usamos para medir el avance hacia el desarrollo sostenible?
- ¿Cómo se miden?
- ¿Cómo los usamos?
En el paper “Contrasting and comparing sustainable development indicator metrics” de J. Wilson, P. Tyedmers y R. Pelot (2007) llegan a la conclusión que probablemente no exista una «mejor manera» para evaluar la sostenibilidad debido a la naturaleza compleja de los ecosistemas y a la dificultad para discernir las relaciones entre los sistemas ecológicos y los sistemas humanos. Además, el desarrollo sostenible varía según las necesidades, las prioridades y los valores de cada lugar. Ciertos indicadores pueden ser más adecuadas para ciertos contextos.
Los usuarios de los indicadores del desarrollo sostenible deben comprender qué implican estas métricas ya que hay diferentes conceptualizaciones y definiciones de sostenibilidad. Si bien los usuarios no necesariamente necesitan conocer todos los detalles detrás de un determinado indicador, deben al menos comprender su concepción teórica, sesgos y limitaciones. No podemos caer en la suposición automática de que el aumento del PBI equivale a un aumento en la prosperidad de las naciones.
Conclusión
La integración es una condición necesaria pero no suficiente para encaminarnos hacia el desarrollo sostenible. Pero como hemos visto, no es algo que se de por default. Debido a una serie de obstáculos de distinta naturaleza, la integración debe diseñarse para que ocurra.
Hoy día, nos nutrimos cada vez más de datos e información cuantificada para tomar decisiones lo más objetivas posibles. Por eso, el uso de indicadores para el desarrollo sostenible ayuda a integrar la cuestión junto a las demás para poder responder a nuestras preguntas con la mejor información disponible. Por ejemplo, ¿cuál es la evolución de la deforestación? ¿cuánto ha bajado la tasa de emisión de gases de efecto invernadero? ¿por qué esta política ambiental ha funcionado lo suficientemente bien? ¿qué puede mejorarse? Los indicadores nos pueden ayudar a responder estas preguntas.
Pero definir qué conjunto de indicadores en concreto usaremos para poder decir si una nación es más o menos sustentable es una tarea mancomunada que no puede reducirse sólo a fórmulas matemáticas.
En esta dirección, las Naciones Unidas dio a conocer en Septiembre de 2015 los 17 Objetivos del Desarrollo Sostenible. Cada objetivo, está relacionado con una seria de metas y, a su vez, cada meta posee uno o más indicadores. En total son 17 objetivos, 169 metas y 232 indicadores (!). Lo importante es que como consecuencia de un largo proceso de negociación 193 países llegaron al consenso de todos ellos con la visión de construir un presente y futuro mejor.
Los ODS constituyen un claro ejemplo de cómo las métricas para el desarrollo sostenible han cobrado más importancia hoy que nunca. El consenso en estos objetivos nos da el pie para alcanzar logros concretos para avanzar hacia un desarrollo más sostenible.
En todas las escalas, los ODS nos pueden ayudar a integrar cuestiones importantes en nuestras decisiones. Sin olvidar, desde ya, que es una forma de lograr la integración y no la única, ya que no todo lo que se puede contar cuenta y no todo lo que cuenta se puede contar.
Mi propósito es ayudarte a comprender mejor las cuestiones ambientales con el fin de que puedas, desde tu lugar, contribuir positivamente con la búsqueda de soluciones verdaderas. Me propongo lograr este objetivo compartiendo mis experiencias y aprendizajes a medida que desarrollo mi profesión en el mundo de la sostenibilidad. Me formé como Ingeniero Ambiental en la Pontificia Universidad Católica Argentina y luego hice un Master en Ciencias (MSc) en Sostenibilidad Ambiental en la Universidad de Edimburgo gracias a una beca Chevening.