«La felicidad anida más en la nobleza de un bosque que en el lujo sin verde.» 

Carlos Thays (1849 – 1934). Arquitecto y paisajista argentino

En el siglo XXI, el sector agrícola-ganadero deberá resolver el desafío de alimentar una población mundial creciente y a la vez disminuir la presión que estas actividades ejercen sobre los sistemas naturales. Pero al contrario de otras actividades productivas, no podemos rescindir de los productos que nos regala la Madre Tierra.

Para una persona que como yo haya nacido en una región de gran producción agrícola -la Pampa Húmeda Argentina-, pareciera incluso que el agro lo es todo. Pero no es así, el agro es apenas el comienzo de una larga cadena de valor que comienza en el campo y termina en la góndola de los supermercados nacionales y extranjeros en productos de lo más variados. Se espera que para dar respuesta al ciclópeo desafío de este siglo, los actores clave de toda la cadena agroalimentaria deberán doblegar, más que otros, los esfuerzos para recomponer su relación con la naturaleza.

En este post veremos algunos aspectos importantes del sector agropecuario en la actualidad y al final, les presentaré cuatro estrategias que, según algunos autores reconocidos, deberían seguirse para encauzar esta importante actividad en la senda de la sostenibilidad ambiental.

El mundo hasta ayer

En la escala temporal de la humanidad hace relativamente poco tiempo que somos capaces de domesticar plantas y animales. Durante 2.5 millones de años, todas las especies humanas que vivieron se alimentaron recolectando plantas y cazando animales que vivieron y se criaron sin su intervención. Tanto nosotros como nuestros predecesores salíamos en la búsqueda de higos silvestres y a cazar ovejas salvajes sin poder decidir dónde se encontrarían las higueras o en qué prado pastarían las ovejas. Así era el mundo hasta ayer.

Homo heidelbergensis al acecho

Desde que el Homo sapiens evolucionó en África del Este hace 200.000 años hasta que inventó la agricultura pasaron al menos otros 188.000 años. Esta transición, conocida usualmente como la Revolución Agrícola, comenzó hace aproximadamente 12.000 años atrás entre el 9500-8500 a.C a lo largo de la región montañosa del sureste de Turquía, el oeste de Irán y el Levante, también conocida como la Media Luna Fértil. Aunque más que una revolución en realidad fue un proceso lento cuyas derivaciones tardaron miles de años en apreciarse. De hecho, ni siquiera ocurrió en un único lugar sino en distintas regiones de forma independiente entre sí, tal como lo muestra el siguiente mapa.

Áreas y años en que surgieron revoluciones agrícolas de forma independiente. Fuente: Sapiens. A brief history of humankind – Yuval Noah Harari

Pero esto, sin dudas interesante, no es completamente relevante a los fines de este post (ups!), lo importante es que durante este recorrido se logró manipular las vidas de algunas especies de animales y plantas, permitiendo por primera vez que el hombre decidiese donde y cuando comer, sin la necesidad de trasladarse. De esta manera, la revolución agrícola cambió el rumbo de la historia para siempre.

El mundo hoy

No obstante, el mundo vacío del pasado dista mucho del mundo actual, lleno de personas y de actividades humanas. Con un planeta habitado hoy por 7.500 millones de personas, cada uno de nosotros necesita ser provisto constantemente de alimentos para comer, fibras para vestirse y biocombustibles para generar energía. Pero para el 2050, estas necesidades tendrán que ser cubiertas para una población estimada de 9.800 millones de personas [1]. Además, se espera que aquellos países que están mejorando notablemente sus niveles de vida (p. ej. China) vayan migrando su dieta hacia un mayor consumo de carne [2]. A menos que haya cambios drásticos en los patrones de consumo, el sistema agropecuario deberá como mínimo duplicar su producción para satisfacer la demanda proyectada [2,3].

Por otro lado, la agricultura y la ganadería son particularmente reconocidas como fuerzas dominantes detrás de muchas amenazas ambientales, tales como el cambio climático, la pérdida de biodiversidad, la degradación de los suelos y la escasez de agua dulce [3]. Principalmente, esto se ve reflejado en que hoy día:

  • El 38% de toda la superficie terrestre está ocupada por actividades agropecuarias, siendo éstas las de mayor uso de superficie del planeta [4].
  • La agricultura utiliza el 70% de toda el agua dulce consumida mundialmente [5].
  • Las actividades de uso de la tierra, cambio de uso de la tierra y silvicultura (LULUCF por sus siglas en inglés) emiten globalmente el 24% de todos los gases de efecto invernadero, más que las contribuciones de todo el resto de la industria (21%) y el transporte (14%) global por separado [6]. Estas emisiones provienen principalmente de la agricultura y ganadería en sí mismas y de la deforestación para dar lugar a los cultivos y la cría de animales.

Por lo visto, es razonable decir que el futuro del sector agropecuario estará signado por la necesidad de alcanzar la seguridad alimentaria global y asegurar la sostenibilidad ambiental. Este doble requerimiento será, para cada actor en la cadena de valor, el gran desafío del sistema agroalimentario de los próximos 50 años, tal como comienza aseverando este post.

El futuro sostenible

Ante el escenario que se le presenta al sector, ya nos queda clarísimo lo siguiente: la producción de alimentos deberá crecer y sus efectos ambientales disminuir. ¿Qué hacer entonces? Según un reconocido estudio liderado por el científico Jonathan A. Foley sería posible satisfacer dicha demanda proyectada, incrementando la producción entre un 100-180% a la vez que se reducen las emisiones de gases de efecto invernadero, las pérdidas en biodiversidad, el uso y la contaminación del agua [7].

Para esto, dicho estudio establece cuatro importantes líneas de acción:

1. Detener la expansión de la frontera agrícola.

El 50% de toda la tierra cultivable está ya dedicada a actividades agropecuarias. Entonces, al estar la mayoría de las tierras utilizables ya ocupadas, la expansión de la frontera agrícola se hace a expensas de áreas no aptas para la agricultura, incluyendo desiertos y reservas naturales. Esto resulta necesariamente en un gran costo ambiental y/o consumo de insumos.

Por este motivo, la desaceleración y, en última instancia la detención, de los límites de la frontera agrícola es un primer paso importante, especialmente cuando se sustituye por ecosistemas de alto valor biológico, tal como ocurre en los trópicos.

2. Cerrar las brechas de rendimiento.

Aumentar la producción de alimentos sin expansión agrícola requerirá incrementar la producción de las áreas productivas ya ocupadas. Las mejoras de rendimiento de cultivos pueden hacerse hoy día en aquellas zonas donde los valores estén por debajo del promedio para el tipo de cultivo, suelo y clima correspondiente.

Esta intensificación debe lograrse además sin degradación ambiental, utilizando las mejores tecnologías y prácticas disponibles y en algunos casos también de aplicar nuevas técnicas y enfoques.

3. Aumentar la eficiencia en el uso de insumos agrícolas

Por otro lado, deben buscarse formas de reducir en gran medida los actuales usos insostenibles de agua, nutrientes y productos químicos agrícolas para encontrar vías más sostenibles a la agricultura industrial.

Los estudios ilustran muchas oportunidades para mejorar la eficiencia del agua y del uso de nutrientes sin reducir la producción de alimentos. Esto podría lograrse comenzando en aquellos «puntos críticos» de baja eficiencia, en los cuales se evidencia un uso desproporcionado de agua y nutrientes en relación con la producción.

4. Aumentar la entrega de alimentos mediante la reducción de desperdicios y cambio de dietas.

Si bien la mejora de rendimientos y la reducción de efectos ambientales serán fundamentales para satisfacer las necesidades futuras, también es importante resaltar que se pueden entregar más alimentos sólo cambiando prácticas agrícolas, nuestras dietas y mejorando las cadenas de suministro.

Por un lado, se puede aumentar la disponibilidad de alimentos dejando de destinar cultivos para alimentar ganado, generar bioenergía y otras aplicaciones no alimentarias. Por otro, una gran cantidad de alimentos nunca llegan al consumidor, ya que se degradan o son consumidos por plagas a lo largo de la cadena de suministro. La FAO estima que un tercio de todos los alimentos producidos nunca son consumidos (!!!). 

Conclusión

Las estrategias descriptas anteriormente son fundamentales para orientarnos en qué debemos hacer para diseñar un sistema agroalimentario verdaderamente sostenible. No obstante, debe tenerse en cuenta que las cuatro estrategias en simultáneo son necesarias para cumplir con los objetivos de producción y ambientales propuestos; ninguna de ellas por separado es suficiente.

Aún así, en la resolución de un problema tan complejo como el presentado en este post el qué hacer y el cómo hacerlo son dos cantares bien distintos. Como vimos en un post anterior sobre la relación entre la deforestación en Argentina, Paraguay y Brazil y la demanda de soja por parte de China, todos los actores, desde empresas, gobiernos y organizaciones de la sociedad civil, deben apuntar en la misma dirección haciendo converger los intereses de cada uno.

Por lo tanto, para implementar soluciones debemos necesariamente involucrar a múltiples actores. La técnica cede un paso al costado y le da lugar a la política.


Referencias

  • [1] Naciones Unidas. World Population Prospects The 2017 Revision Key Findings and Advance Tables. Nueva York, Estados Unidos; 2017.
  • [2] FAO. The State of Food Insecurity in the World. Economic Crises – Impacts and Lessons Learned. Roma, Italia; 2009.
  • [3] Alcamo J, Vuuren D Van, Cramer W, et al. Changes in Ecosystem Services and Their Drivers across the Scenarios. In: Tan Sinh B,        Hammond A, Field C, eds. Ecosystems and Human Well-Being: Scenarios, Volume 2. Vol 2. Washington, Estados Unidos; 2005:297-373.
  • [4] FAO. 2016. Sitio web FAOSTAT. Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura. Accedido el [2018/08/26].
  • [5] FAO. 2016. Sitio web AQUASTAT. Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura. Accedido el [2018/08/26].
  • [6] IPCC. Climate Change 2014: Mitigation of Climate Change. Nueva York, Estados Unidos: Cambtidge University Press; 2014.
  • [7] Foley JA, Ramankutty N, Brauman KA, et al. Solutions for a cultivated planet. Nature. 2011; 478 (7369): 337-342.