“Como el mundo está regido desde ciudades donde los hombres están completamente separados de cualquier otra forma de vida que no sea la humana, el sentimiento de pertenecer a un ecosistema no puede cobrar vida. El resultado es un tratamiento duro y desconsiderado de todo aquello que precisamente necesita para vivir, como el agua y los árboles”.
Bertrand de Jouvenel (1903-1987) – Filósofo político francés.
Podemos decir que el Principio de Sostenibilidad Ambiental es un nuevo tema en la agenda mundial. Hasta hace relativamente poco, las políticas públicas se han centrado casi exclusivamente en lograr el desarrollo social de nuestras sociedades. Asuntos como la disminución de la pobreza, los derechos laborales, los derechos de las mujeres y la inclusión de las minorías han sido el blanco de los gobiernos. Sin bien solo algunas pocas sociedades han logrado verdaderas conquistas en estos campos, el progresos social es para la mayoría una gran cuenta pendiente.
Sin embargo, este nuevo siglo nos encuentra con nuevos desafíos. A la búsqueda del desarrollo social debemos sumarle el cuidado del ambiente como condición de borde de este desarrollo. Esto se debe a que la escala de las actividades que nos proveen y prometen calidad de vida es tan pero tan grande que estamos cambiando la faz de la Tierra. La inmensa prosperidad alcanzada durante el siglo XX y en lo que va del XXI está atentando contra los sistemas de soporte de la vida en la Tierra. Este camino insostenible pone en riesgo no sólo a los demás seres vivos con quienes compartimos la Tierra sino también a nosotros mismos y, por ende, nuestra capacidad de desarrollo socialmente. La búsqueda de la prosperidad en cada país debe considerar esta realidad.
La idea propuesta aquí es que el siglo XXI deberá ser el del desarrollo sostenible, y no es opcional. Por lo tanto, debemos preguntarnos:
- ¿cómo satisfacer las necesidades presentes y futuras sin sobrepasar los límites de escasez de recursos (energía y materia) ni los límites ecológicos y climáticos?
- Dicho de otra manera, ¿cómo alcanzar la prosperidad de nuestras sociedades sin poner en jaque a nuestro planeta?.
En este post, desarrollaré algunas nociones importantes para encarar este profundo debate en torno a las preguntas anteriores, a saber:
- las causas de la insostenibilidad ambiental,
- los límites planetarios y
- los criterios fundamentales para la sostenibilidad.
De esta manera, veremos una manera concreta para entender mejor otro más de los 7 principios de la sostenibilidad: el Principio de Sostenibilidad Ambiental.
Las causas de la insostenibilidad
Por empezar, tenemos que ver dónde estamos parados. Para eso, vamos a desarrollar el concepto del Antropoceno, su desarrollo histórico y sus impactos.
El Antropoceno es una nueva era geológica que ubica al hombre como principal fuerza de cambio del planeta, y posee dos fases bien marcadas:
- I° fase. Es la gestación de este proceso, desde aproximadamente el año 1850 al 1945.
- II° fase. Es la fase de expansión, desde aproximadamente 1945 hasta nuestros días. Por su naturaleza exponencial es llamada la Gran Aceleración.
A su vez, este notable crecimiento en la escala de las actividades humanas resultó en cambios en el Sistema Tierra sin precedentes. Visto de esta manera, veremos que los cambios alcanzan a casi todos los indicadores que miremos. El Antropoceno nos ha llevado a un cambio global.
Etapa 1 del Antropoceno. La era industrial (aprox. 1800–1945)
Durante la mayor parte de la historia, la vida humana ha estado sometida a las grandes fuerzas de la Naturaleza. El hombre antiguo, el de la sociedad preindustrial, podía influir en el ambiente en un sinnúmero de maneras, pero no podía gobernar estas fuerzas. A nuestro alcance, disponíamos de fuentes de energía simples como nuestra propia fuerza motriz, la de los animales, el viento, la madera y el carbón, y además carecíamos de la tecnología necesaria para transformar algunas de ellas y sacarles mayor provecho. De esta manera, los impactos de nuestras actividades eran en gran medida locales y transitorios, sin causar perturbaciones mayores a la variabilidad natural del ambiente.
Viendo hacia atrás, podemos diferenciar claramente distintas etapas de nuestro pasado común. Una de las transformaciones más importantes es la que se dio con la muerte de Dios, no porque lo hayamos matado literalmente, sino porque lo hemos reemplazado por nosotros mismos, Homo Deus: el Hombre Dios. Algo nuevo apareció bajo el sol que logró cambiar profundamente la forma en que nos relacionarnos con el ambiente.
¿Qué fue, entonces, ese «algo» que dio origen a esta nueva etapa histórica? Desde el punto de vista material, la respuesta es, sin más, la capacidad de aprovechar cantidades crecientes de energía gracias al impulso de la revolución industrial.
La revolución industrial fue una transición tecnológica con un profundo impacto en la organización de las sociedades. La misma, comenzó a gestarse durante el 1700s en Gran Bretaña y tomó fuerza considerable hacia el 1850. Uno de los hitos principales fue el invento de la máquina de vapor por el escocés James Watt en 1770-80, una tecnología que permite convertir energía térmica en trabajo mecánico obteniéndola, por ejemplo, de quemar carbón o madera. Este invento fue la decisivo para lograr superar el cuello de botella energético del hombre preindustrial. Ya no dependeríamos más de que el viento sople para mover nuestros barcos, del caudal del río para mover nuestros molinos o del cansancio de los bueyes para cosechar nuestros cultivos.
La nueva sociedad industrial dependería de los combustibles fósiles, biomasa de tiempos remotos que se ha ido almacenando y transformando en el subsuelo durante millones de años. La naturaleza y el tiempo se han encargado de que estos líquidos, sólidos y gases fósiles posean una cantidad de energía por unidad de volumen sin igual. Tal como lo explica Steffen et al. (2007), los hidrocarburos que usamos son “un subsidio masivo de energía a la sociedad moderna desde el pasado remoto.”
El impacto de aprovechar esta enorme cantidad de energía concentrada fue sin igual. Por ejemplo, entre el año 1800 y el 2000:
- el consumo de energía por persona aumentó unas 40 veces…
- la población creció más de seis veces…
- y la economía global unas 50 veces…
Pues bien, la revolución industrial-energética nos ha llevado a las puertas del Antropoceno. Este concepto sugiere que la Tierra ha dejado la época geológica natural -el estado interglacial llamado Holoceno- para pasar a un nuevo período llamado “Antropoceno”. Aquí, las actividades humanas se han vuelto tan omnipresentes y profundas que desafían las grandes fuerzas de la Naturaleza, logrando empujar al sistema Tierra hacia un nuevo estado imposible de predecir con certeza. Como dicen algunos autores, llevándonos hacia una terra incognita...
La Gran Aceleración (aprox. 1945 hasta la actualidad): Etapa 2 del Antropoceno
La notable expansión de las actividades humanas desde mediados del siglo XX y los impactos asociados a escala global marcan la segunda etapa del Antropoceno: la Gran Aceleración.
Tanto en los gráficos anteriores como en los siguientes se puede ver un dramático crecimiento de cada indicador mostrado a partir del año 1950.
Para ver claramente dónde se produce la aceleración, sólo tiene que mirar los gráficos con las siguientes indicaciones:
- la componente no estaba presente antes de 1950, por ejemplo, la inversión extranjera directa, o bien,
- su tasa de cambio aumentó bruscamente después de 1950, por ejemplo, la población.
El cambio global
Por un lado, acabamos de ver un crecimiento exponencial en la escala de las actividades humanas que comenzó a principios del siglo XIX y cobró verdadero impulso hacia mediados del XX. ¿Pero qué se puede decir de las consecuencias de todo esto?
Los siguientes gráficos muestran los cambios en algunos indicadores clave de la estructura y el funcionamiento del Sistema Tierra:
Visto de esta manera, es casi imposible sostener que estas tendencias no sean causadas por el hombre. ¿O sí? incluso el calentamiento global, que sigue siendo hoy dia blanco del escepticismo climático encuentra también una explicación en las actividades de origen humano. Para este caso, el quinto informe del IPCC -la organización internacional experta en la materia- sostuvo que:
“[…] la influencia humana en el sistema climático es clara y va en aumento, y sus impactos se observan en todos los continentes y océanos. Muchos de los cambios observados desde la década de 1950 no han tenido precedentes en los últimos decenios a milenios. El IPCC está hoy seguro con un 95% de certeza de que la actividad humana es actualmente la causa principal del calentamiento global.»
Es así que llegamos a la conclusión de que las causas de la insostenibilidad somos nosotros mismos. La humanidad ha logrado estructurar un sistema socio-económico cuyo fin es satisfacer nuestras necesidades básicas y deseos infinitos pero que no puede hacerlo sin depredar los ecosistemas. El cambio global es el producto de esto.
La siguiente pregunta que debemos hacer es, ¿hasta cuándo puede seguir esta tendencia?.
Límites Planetarios
En 2009, un grupo de científicos liderado por el sueco Johan Rockström y el estadounidense Will Steffen publicó un trabajo sobre los límites planetarios. El propósito del mismo fue definir un “espacio operativo seguro para la humanidad” que actúe como condición de borde para guiar el desarrollo sostenible en todos los niveles: gobiernos, organizaciones internacionales, sociedad civil y empresas. La importancia de definir estos límites es que una vez superados ciertos umbrales o puntos de inflexión se incrementa el riesgo de impulsar un “cambio ambiental irreversible y abrupto”.
La última actualización de este estudio, en el año 2015, identifica los siguientes nueve límites planetarios, que representan procesos clave para mantener la integridad del sistema planetario. Ellos son:
- Cambio climático
- Cambio en la integridad de la biósfera
- pérdida de biodiversidad
- extinción de especies
- Agotamiento del ozono estratosférico
- Acidificación de los océanos
- Ciclos biogeoquímicos
- Ciclo del nitrógeno y
- Ciclo del fósforo
- Cambio en el sistema de uso de tierras. Ejemplo: deforestación
- Uso de agua dulce
- Contaminación atmosférica por aerosoles. Esto es, partículas microscópicas en la atmósfera que afectan el clima y los organismos vivientes.
- Introducción de entidades nuevas. Definidas como nuevas sustancias, formas nuevas de sustancias existentes y formas de vida modificadas que tienen el potencial de generar efectos geofísicos y/o biológicos no deseados. Ejemplo: contaminantes orgánicos, materiales radioactivos, nanomateriales y microplásticos.
De acuerdo con Steffen et. al (2015), hay 4 límites que se encuentran ya superados en distintos grados. El estado para cada uno de ellos es el siguiente:
- Procesos fuera de la zona de operatividad segura:
- Zona de alto riesgo
- Ciclos biogeoquímicos del fósforo y el nitrógeno
- Integridad de la biósfera, por su componente relacionada a la pérdida de diversidad genética (biodiversidad)
- Zona de riesgo medio:
- Cambio climático
- Cambio de uso del suelo de bosques boreales, templados y tropicales
- Zona de alto riesgo
- Procesos dentro de la zona de operatividad segura:
- Extracción de agua dulce (aunque con gran heterogeneidad regional)
- Agotamiento de la capa de ozono
- Acidificación oceánica (en el límite)
- Sin umbrales delimitados:
- Contaminación atmosférica por aerosoles
- Introducción de entidades nuevas
- Integridad de la biósfera, componente de diversidad funcional de especies (extinciones)
Por suerte, podemos ver todo esto resumido en el siguiente gráfico 😮
Si bien el enfoque de los Límites Planetarios no dicta cómo deben desarrollarse las sociedades humanas, puede ayudar a los tomadores de decisiones a guiar las políticas públicas y corporativas para que el desarrollo se enmarque dentro de este espacio operativo seguro para la humanidad, tal como lo proponen los autores. Por esto, este marco conceptual es un invaluable aporte para entender la importancia del Principio de Sostenibilidad Ambiental.
El camino hacia la sostenibilidad
El desafío del siglo XXI es, entonces, satisfacer las necesidades presentes y futuras sin sobrepasar ninguno de los límites planetarios. Por lo tanto, el medio para lograr un desarrollo sostenible deberá ser un sistema que conviva con la existencia de los límites físicos en los cuales se encuentra inmerso. Sin dudas, es más fácil decirlo que hacerlo.
En palabras del economista ecológico Herman Daly el problema es que el statu quo económico no puede mantenerse en el futuro, por lo que si no se realizan cambios radicales enfrentaremos la pérdida de nuestro bienestar y prosperidad, así como una posible catástrofe ecológica.
El plan propuesto es, entonces, lograr que nuestro sistema socioeconómico se transforme para poder sostenerlo en el largo plazo, es decir, para que sea sustentable. Para lograr esta transición hacia la sostenibilidad Daly nos propone tres preceptos materiales fundamentales:
- 1- Los recursos renovables (por ejemplo: suelo, agua, bosques, peces), no pueden usarse a una velocidad superior que su propia tasa de renovación.
Así, por ejemplo, el consumo de agua es insostenible cuando el ritmo de extracción es superior a la tasa de recarga natural del recurso, tal como sucedió con el Mar de Aral.
- 2- Para un recurso no renovable (por ejemplo: combustible fósil, menas minerales de alta pureza, acuíferos de profundidad), la tasa de consumo sostenible no debe ser superior a la tasa con que un recurso renovable, utilizado de modo sostenible, pueda sustituirlo.
Por ejemplo, un tanque de petróleo se consumiría de modo sostenible si parte de los beneficios obtenidos del mismo se invirtieran sistemáticamente en reacomodar las infraestructuras energéticas para un mundo donde ya no se pueda seguir quemando combustible fósiles. De esta manera, deberían destinarse recursos, entre otros fines, para la investigación, desarrollo y despliegue de energías alternativas, parques eólicos, paneles fotovoltaicos y tecnologías de emisiones negativas, etc.
- 3- Para un contaminante, la tasa de emisión sostenible no debe ser mayor que la capacidad de carga del ecosistema, es decir, que la capacidad de los sistemas naturales de absorberlos, reciclarlos o volverlos inofensivos.
Por ejemplo, las aguas residuales podrían verterse en un lago siempre y cuando se haga a un ritmo no mayor al que las bacterias y otros organismos puedan absorber sus nutrientes, sin desbordar y desestabilizar a su vez el ecosistema acuático.
A partir de cada precepto/regla podemos definir, a su vez, algunos criterios concretos de sostenibilidad ambiental:
- Sobre los recursos renovables:
- ¿Están utilizándose con mayor rapidez que la velocidad a la que se regeneran?
- Sobre los recursos no renovables:
- ¿Con qué rapidez se consumen los recursos de alta calidad?
- ¿Cómo evoluciona el coste real de la energía y el capital necesario para aprovecharlos?
- ¿En qué se están invirtiendo los beneficios de su utilización?
- Sobre contaminantes y residuos:
- ¿Son neutralizados con suficiente rapidez o se acumulan en el medio ambiente?
El límite de la insostenibilidad es cruzado cada vez que estos criterios no son cumplidos. En la actualidad, podemos ver en tantísimos casos estos criterios no son cumplidos pero, a su vez, hacerlo es un enorme desafío. De todas formas, debemos tener en cuenta que su utilidad es que constituyen el punto de partida básico para construir soluciones verdaderamente sostenibles.
Para ver la mirada de otro autor acerca criterios/métricas de la sostenibilidad, pueden ver en este blog “las leyes de la sostenibilidad de Al Bartlett“.
Comentario final
Como vimos, el Principio de Sostenibilidad Ambiental requiere que consideremos el ambiente de manera concreta en todos los aspectos de nuestras actividades para lograr que nuestro impacto sea lo menor posible. Desde lo micro hasta lo macro debemos estructurar nuestros esfuerzos en esa dirección. Y en este sentido, significa que hay trabajo para hacer por parte del economista, del diseñador, del empresario, del arquitecto, del ingeniero, del político y de todos.
El hombre industrial -o posindustrial- no puede darse el lujo de dejar de lado este importante conjunto de variables. De lo contrario, estaremos emprendiendo el experimento global más importante y peligroso de la historia, el de conocer los límites de nuestro propia planeta. Con gran esfuerzo, debemos lograr reconciliar nuestro sentimiento de pertenencia a un ecosistema común y actuar en consecuencia, tal como dice Bertrand de Jouvenel al inicio de este post. De eso se trata este importante principio.
Referencias:
- Steffen, W., Crutzen, P. J., Mcneill, J. R., Events, P., Jaramillo, F., Destouni, G., … Svedin, U. (2011). The anthropocene: From global change to planetary stewardship. Ambio, 40(6240), 1217–c.
- Steffen, W., Noone, K., Lambin, E., Lenton, T. M., Scheffer, M., Folke, C., … Foley, J. (2009). Planetary Boundaries: Exploring the Safe Operating Space for Humanity. Ecology and Society, 14(2), 32.
- Steffen, W., Richardson, K., Rockstrom, J., Cornell, S. E., Fetzer, I., Bennet, E. M., … Sörlin, S. (2015). Planetary boundaries: Guiding human development on a changing planet. Science, 348(6240), 1217–c.
PH: imagen AS8-14-2383 de la NASA, tomada por el astronauta William Anders en el año 1968 durante la misión del Apolo 8, el primer viaje tripulado a la órbita de la Luna .
Mi propósito es ayudarte a comprender mejor las cuestiones ambientales con el fin de que puedas, desde tu lugar, contribuir positivamente con la búsqueda de soluciones verdaderas. Me propongo lograr este objetivo compartiendo mis experiencias y aprendizajes a medida que desarrollo mi profesión en el mundo de la sostenibilidad. Me formé como Ingeniero Ambiental en la Pontificia Universidad Católica Argentina y luego hice un Master en Ciencias (MSc) en Sostenibilidad Ambiental en la Universidad de Edimburgo gracias a una beca Chevening.