La «Economía Ecológica (EE)» es una disciplina fundada a fines de la década de los 80 que integra elementos de economía, ecología, termodinámica, ética y de un rango de otras ciencias naturales y sociales para proveer una perspectiva integrada y biofísica de la interacción entre la economía y el ambiente con el objetivo de contribuir al desarrollo de soluciones estructurales para los problemas ambientales.
Dos de sus aspectos más destacables son:
- el marco conceptual tomado de la termodinámica, en particular los límites impuestos por el primer principio (conservación de la energía) y el segundo principio (sobre la dirección de los procesos termodinámicos), y
- el consecuente lugar que ocupa la economía como subsistema dentro de un sistema materialmente cerrado mayor que es la Tierra, y no al revés.
El fundamento de la EE puede asociarse con el objetivo del desarrollo sustentable, noción tan utilizada hoy día y tan poco precisada. Una rama de la economía similar a la EE es la Economía Ambiental (EA), pero estos términos no deben confundirse, ya que tienen fundamentos completamente diferentes. La EA agrega al tradicional enfoque económico ciertas “correcciones” mediante herramientas y nuevos métodos, pero el sustrato conceptual es el mismo (por ejemplo, considerar que todos los costos y beneficios ambientales tienen un valor económico). Por esto, muchos economistas, ecologistas e investigadores ambientales no están satisfechos en la forma con que la economía ambiental estudia los problemas y la política ambiental. Por otro lado, la economía ecológica ofrece una crítica a esta última e intenta desarrollar y aplicar métodos y enfoques alternativos. Esto no significa, igualmente, que la EA no pueda sernos útil hoy día.
Para empezar, comenzaremos definiendo la economía como el estudio de la correcta distribución de los recursos escasos para satisfacer las necesidades del ser humano. Tres preguntas básicas son las que encuadran el problema económico, y siguen un orden claro en el cual deben ser formuladas:
- ¿Qué fines se desean?
- ¿Qué recursos (limitados y escasos) son necesarios para alcanzar esos fines?
- ¿Cuáles fines tienen prioridad, y en qué medida se deberían asignarles recursos?
Tradicionalmente, los economistas han dicho que la respuesta a la primera pregunta es la “utilidad” o el “bienestar humano”. Este bienestar depende de qué desean las personas (el cual revelan a través de transacciones de mercado), de qué bienes y servicios compran y venden. Naturalmente, esta visión revela que las preferencias son bienes de mercado e implícitamente asume que los bienes no comerciables contribuyen poco al bienestar. Los humanos se asumen insaciables, entonces, el bienestar se incrementa aumentando la provisión de bienes y servicios en el mercado.
Esta concepción es la que ostenta la principal corriente en economía hoy día, y se la conoce como Economía Neoclásica (ENC). Como los economistas neoclásicos asumen que los mercados revelan la mayoría de los fines deseados y que gran parte de los recursos escasos son bienes de mercado, dedican la mayor parte de su atención al mecanismo para asignar recursos a distintos fines, el cual es, por supuesto, el mercado. El motivo por el cual el mercado es considerado un mecanismo apropiado es que, bajo ciertas consideraciones restrictivas, es eficiente.
La asignación efectiva, también llamado el Óptimo de Pareto, es la situación en la cual ninguna otra asignación de recursos permite beneficiar a más individuos en un sistema sin perjudicar a otros. La eficiencia suele ser tan importante en la ENC que a veces se convierte en su fin primordial. Por supuesto, conviene ser eficientes cuando nuestros fines son buenos y vale la pena hacerlo de la mejor manera posible. En la EE el enfoque es diferente, ya que considera también la importancia de la eficiencia, pero lejos de ser un fin en sí mismo.
Analogía del barco de carga. Cargar un barco eficientemente significa asegurarse que el peso en ambos bordes de la quilla sea equilibrado y que la carga sea distribuida de proa a popa para que flote de forma pareja en el agua. Mientras que es muy importante hacer esta tarea, lo es aún más asegurarse que no se ponga demasiada carga encima.
Bajo la concepción de la economía ecológica, miramos al barco como a la Tierra y la producción de material bruto de la economía como las cargas. La navegabilidad del barco queda determinada por su buen mantenimiento, la abundancia de provisiones y su diseño. Como no se puede saber a ciencia cierta cómo serán las aguas sobre las cuales se navegará, no es posible saber a priori cuanto se puede cargar para que el viaje sea seguro. Sin dudas, una carga muy pesada hará al bote hundir.
Para la EE, el objetivo no es simplemente cargar el barco al límite, sino mantener espacios del mismo destinado a la comodidad y el disfrute, para deleitarse de la exquisita belleza de su construcción y para mantenerlo en óptimas condiciones para las generaciones futuras.
Algunas definiciones
Para poder entender los fundamentos de la EE, nos pondremos de acuerdo respecto al significado de los siguientes términos. Notar cómo se van encadenando hasta llegar a la definición de desarrollo sustentable.
- Caudal (traducido del inglés throughput): Flujo de materia y energía desde las fuentes de la naturaleza través de la economía y de vuelta a ésta como residuo.
- Crecimiento: Incremento del caudal. Aumento cuantitativo de las dimensiones físicas de la economía y/o de la corriente de residuos producida por ésta.
- Desarrollo: cambio cualitativo, realización de potencial, evolución hacia una mejor, pero no necesariamente más grande, estructura o sistema. Un incremento en la calidad de los bienes y servicios provistos por un dado caudal, donde la calidad es la medida de incrementar el bienestar humano.
- Capacidad de Carga: es la población humana que puede ser sobrellevada por un dado ecosistema a un determinado nivel de consumo y con una tecnología dada.
- Desarrollo Sostenible: es el desarrollo sin crecimiento (o crecimiento mínimo), es decir, una mejora cualitativa en la capacidad de satisfacer necesidades y deseos sin un aumento cuantitativo del caudal por encima de la capacidad de carga del sistema.
- Escala: es el tamaño físico del subsistema económico relativo al ecosistema que lo contiene y lo sustenta.
Diferencias entre la Economía Ecológica (EE) y la Economía Ambiental (EA)
Las diferencias entre EE y EA se remontan a una serie de problemáticas. El núcleo de la EA son las externalidades y los costos externos. Estos consideran la degradación del ambiente y el uso de recursos naturales no valuados económicamente como un efecto negativo del mercado en la medida que no se registren compensaciones adecuadas. Esto implica que el problema ambiental es proyectado como una interacción entre personas (agentes económicos), y por lo tanto, el ambiente se considera pero sólo de forma implícita.
Por el contrario, la EE se interesa explícitamente en modelar las relaciones entre las personas y el ambiente y entre la economía y la ecología mediante el trazado de las relaciones causa-efecto y los procesos dinámicos que se desarrollan en el ecosistema (procesos hidrológicos, químicos, físicos y ecológicos). De esta manera, se propone un modelo lineal basado en la Termodinámica, donde los recursos no pueden ser aprovechados con 100% de eficiencia, ya que producen residuos y desaprovechan parte de la energía que nunca podrá volver a ser recuperada.
Otra diferencia importante se encuentra en la escala y asignación. La EA se avoca a la asignación óptima y por lo tanto, la eficiencia en el uso de medios escasos (incluidos los recursos naturales). El objetivo de la asignación óptima es encontrar el nivel de una externalidad de modo de maximizar el bienestar social. La EA considera a los recursos naturales, la calidad ambiental, los servicios ambientales y la naturaleza como recursos escasos para los cuales es aplicable la teoría de la asignación óptima. La EE critica que los economistas ambientales han negado el problema y la importancia de una escala óptima de la economía, y en vez de eso, se han focalizado completamente en los problemas de asignación.
La EE ha elegido al desarrollo sustentable como su concepto central. Para la EA, el desarrollo sustentable es sinónimo de crecimiento sustentable (ver la «La promesa del crecimiento» dentro de este blog), que es estudiado con modelos generales y abstractos, que evitan considerar aspectos históricos y espaciales así como también características específicas de los países. La EA parece no tener en cuenta en absoluto los límites físicos del crecimiento tan seriamente como lo hace la EE y se refiere al problema de la “escala máxima” de la economía como un aspecto irrelevante.
Los criterios y objetivos principales a la hora de evaluar al desarrollo, proyectos, políticas difieren entre la EE y la EA. Para la EA, el criterio dominante es la eficiencia. Ésta presume que “cuanto más, mejor”. Por otro lado, aunque la EA considere a la distribución y a la equidad como su segundo criterio de evaluación, la EE hace énfasis en las necesidades, las diferencias entre el bienestar Norte y Sur, y la compleja relación entre ambiente y pobreza.
Los criterios de la EE están mejor caracterizados por el “principio precautorio”, vinculado a la sustentabilidad ambiental. Secundariamente, le atañe la eficiencia, aunque muchas veces la distribución es considerada un criterio de evaluación más importante para algunas políticas.
La EE ha expresado a menudo insatisfacción con los supuestos estrictos de la economía tradicional acerca del comportamiento de los individuos. Este comportamiento es resumido en la noción de “racionalidad (ilimitada)”, y en los modelos de maximización del beneficio (empresas) y maximización de la utilidad (consumidores). Estos modelos son la base de la visión analítica de la EA respecto de la valuación económica y políticas ambientales.
La EE no sólo critica estos modelos de comportamiento, sino que ofrece un análisis de las implicancias de modelos alternativos de comportamiento individual para las políticas ambientales. Por ejemplo, en determinados estudios de valuación económica ciertas personas no están dispuestas a negociar una desmejora en la calidad ambiental a cambio de una compensación económica.
Mi propósito es ayudarte a comprender mejor las cuestiones ambientales con el fin de que puedas, desde tu lugar, contribuir positivamente con la búsqueda de soluciones verdaderas. Me propongo lograr este objetivo compartiendo mis experiencias y aprendizajes a medida que desarrollo mi profesión en el mundo de la sostenibilidad. Me formé como Ingeniero Ambiental en la Pontificia Universidad Católica Argentina y luego hice un Master en Ciencias (MSc) en Sostenibilidad Ambiental en la Universidad de Edimburgo gracias a una beca Chevening.